Cuando Tobias Mayer murió a la edad de sólo 39 años, sus contemporáneos ya sabían que un pionero científico los había abandonado. Para Leonhard Euler, Mayer fue el „sin duda el mejor astrónomo de Europa“ y sus tablas lunares „la obra maestra más excelente en astronomía teórica“. Carl Friedrich Gauss incluso habló de „Mayer immortalis“, el inmortal Mayer.
Mayer se esforzó por lograr la máxima precisión; donde fue necesario, desarrolló sus propios métodos y aparatos de medición. Su propio círculo de repetición es la mejor prueba de esto: Mayer logró así uno de los descubrimientos astronómicos más importantes del siglo XVIII. También realizó un trabajo pioneros en la cartografía lunar. Trabajó en el primer globo lunar del mundo, su mapa lunar permaneció inigualado durante décadas.
El mayor legado de Mayer, sin embargo, son sus tablas lunares: con ellas, logró un gran avance en la determinación de la longitud geográfica. Descubrió que la luna y las estrellas se pueden usar como relojes precisos y, por lo tanto, hizo posible la determinación de la posición exacta en alta mar.
Siempre puso sus investigaciones al servicio de la sociedad, ya se tratara de libros de texto matemáticos, mapas, tablas lunares o catálogos de estrellas. Con sus invenciones e ideas mejoró la vida de las personas.
Como pionero de la ciencia en la Era de la Ilustración, Mayer se ha hecho inmortal a través de su incomparable mezcla de idealismo, precisión y sencillez.